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TAN BELLOS COMO FUIMOS...

Lentamente nos desplazamos de la vigilia al encanto del sueño, sin casi mutilarnos, borrando lo que parecían espacios impersonales, anónimos, largos como continuos barrocos, de fascinante dialéctica en notas y cuerpos que reducen la conquista de apóstrofes, hasta quebrar vírgenes veneradas que cubren  sus vergüenzas con sus sábanas y nuestros deseados cuerpos. Todo un ritual de futuros. Desde siempre , puntuales llegan cuando los invocamos y rebeldes se van, nos envuelven danzando como  un horizonte quebrado de cristales romos por la nostalgia y el silencio. Al anochecer volvimos al meandro buscando maneras de reintegrarnos al universo, a la nostalgia y envueltos por el poniente que enrojece los pórticos. También sus pechos. Son mágicos instantes  que desplazaban la lujuria, balbuciendo hasta comulgar los  trasuntos personales  que desde el centro cordial, pegados a la historia,  descubren en la prohibición la complicidad, la licencia, las perversiones y

FLUIDOS Y ABIERTOS.

Sin quererlo saber, con el trasunto de tus encantos, encontramos el placer, el dolor y el oro, mediante la luz, la sombra y aun el agua de la que quisimos y queremos beber. A veces, con lo que sobra al regreso de las noches blancas y tus años construimos inducidas obediencias estrelladas de celos, pero dicen que es el sino y el complemento, que desde el abismo todos buscamos a manotazos, a besos, y aunque no siempre se consigue, medio en sombras la luna y el muchacho semidesnudo, recordamos tus viejos amores en los escenarios de la vida, con el horizonte cubierto de cielo y el légamo por tu cintura.

LABERINTO. Textos poéticos. II (Fragmento).

Pero muchos, como hembras deseantes, os rendisteis a sus pies soltando el pareo, el alma en dormida posición, los horizontes perdidos entre tantos increíbles futuros y os abandonasteis al conjuro de sus caprichos, de ajenas convulsiones, de adocenadas esperanzas y sedicentes antojos. Fue un atardecer de matorrales, alfalfa y aguamarina. Una de tantas que tú señalas y yo no recuerdo. Resultaron espacios oscuros, construidos con alambres y frascos de farmacia, estatuas de nieve y sal en el pórtico de cada amor que se anunciaba. Las letanías de los agnósticos fructificaron. Fue cuando nosotros volvimos la cabeza atrás y los curas, amargos como la mujer de Lot, por penitencia habían barrido la misericordia. Tan solo el eclipse que nos ciega abrió un mundo nuevo, inaudito y afortunadamente apátrida.

CASABLANCA.

A hores d’ara els dos sabem que, com sempre, res passa perquè sí i tot el que vivim deixa traça, potser com el ganivet en l’aigua. Només cal lamentar que tantes coses no passen quant calia, sinó quan qui sap qui així ho vol, arrossegant-nos a la tristesa. Doncs bé; que siga qui vulga. Nosaltres ho intentàrem. El que mai no podrà ningú, de qualsevol manera que ho miren, és furtar-nos els records que cuidadosament  guardem en la pell, d’aquelles nits sultanes a les torres de Taraudant, observant el jardí de les hurís nues, baix la lluna moruna del desert, i l’albada color or sobre els teus pits, contemplats pels seus ulls blaus. Ara, com que sembla que la vida vol continuar rodant, insensible, si tu vols, abans que s’apaguen les faroles i ens demanen comptes el veïnat, pujarem al tren del futur junts, amb la nostra gent i el seu dol. En qualsevol cas, estimada Mireia, a nosaltres sempre ens quedarà la voluntat de seguir vivint arriscadament, al tall de la navalla, eixuga

SEPULCRES.

Sovint, i no tan sols en somnis, però també a plena llum, tot allò que un dia o una nit, no vam resoldre entre els dos, potser per por o per amor malentés, de tant en tant torna, i gaire mai no en el moment oportú, car no sabem manipular-ho. Ni el fàstic, ni la mirada trist i esgotada que ho rebem quan torna, ho fan fugir dels nostres presents dies. Sembla una càrrega de per vida que tracta d’enfonsar-nos, sense donar-nos la possibilitat d’alçar el vol, de nàixer nova vida enfront de la vella mort. Ve de la mà i amb comandes de molta gent que diu que mos vol. De vegades, és com un entrebanc de pedra i trist, de caràcter ferest i tracta de falcar-nos al que érem per tal de no canviar del seu món ni tan sols allò que vam creure. Doncs els nostres, són exemples vius, incòmodes, desarticulats. Vol morir de vell, com sempre s’ha fet, ben arrugat i amb ordre. La mar no se  més que aigua i la nostra vall, terra i pedra, per a ell. És pla, com el desert mític, eixut com l’espa

“JOSÉ GARÉS CRESPO: desde la luz del Mediterráneo” (Entrevista en CULTURAMAS)

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“ JOSÉ GARÉS CRESPO: desde la luz del Mediterráneo”   Por:   Chus Sanesteban Iglesias. Me hubiese gustado presentarles a este gran poeta y luchador desde una ventana del Mediterráneo. Y en cierto punto así es. Sus respuestas del alma viajarán desde allí, aunque están formuladas desde la orilla de una playa atlántica : desde  la luz del Mediterráneo hasta la sombra de los peregrinos. José Garés Crespo  (Alzira, Valencia, España;) escribe desde los veinte años. Fundó la revista de poesía  Grama,  que apenas alcanzó los seis números pero incluyó firmas como Vicente Aleixandre y Jorge Guillén, entre otros. Tras publicar un primer poemario, abrió una librería con un grupo de amigos a través de la cual entraron en contacto con grupos de la izquierda clandestina, durante los últimos años del franquismo. En septiembre de 1975 fue detenido; estuvo en la cárcel hasta que le amnistiaron en 1977. Estando en prisión publicó un poemario en catalán,  Falç sense mà,  con un prólogo de

LABERINTO V (Fragmento)

¿Cómo huir de los besos tras el cortejo,de las emputecidas caricias de las viudas de los hombres caídos, de las flores y escenarios obscenos donde se vende una patria más, tantas como hay? ¿Cómo conocerla sin construirla al mismo tiempo, tal como os amáis conforme renacéis y os morís? ¿Acaso existe nada antes de darle nombre? Somos como tantos dioses que crean el mundo dando el nombre a cada cosa y el tiempo necesario para que se observen y se reconozcan iniciando el amontonamiento de los recuerdos.

LABERINTO II (fragmento)

Abrimos nuevas esperanzas y ornamentos, galaxias tan viejas como incandescentes, amores que nos abocan al desamor y aún al desbarajuste (como si Kant no hubiese ajustado todo minuciosamente), pero sin rabia, natural como cicatrizan las heridas abiertas en el cuerpo, con ramitas de hierbabuena y salivilla sobrante de una felación virgen (como siempre) que, con las últimas campanas, triste nos anuncia una subterránea lágrima para demostrar que lo inmediato no es lo más cercano y nuestra rebeldía también es contra la condena de ser libres.