LABERINTO. Textos poéticos. II (Fragmento).
Pero muchos, como
hembras deseantes, os rendisteis a sus pies soltando el pareo, el alma en
dormida posición, los horizontes perdidos entre tantos increíbles futuros y os
abandonasteis al conjuro de sus caprichos, de ajenas convulsiones, de
adocenadas esperanzas y sedicentes antojos. Fue un atardecer de matorrales,
alfalfa y aguamarina. Una de tantas que tú señalas y yo no recuerdo. Resultaron
espacios oscuros, construidos con alambres y frascos de farmacia, estatuas de
nieve y sal en el pórtico de cada amor que se anunciaba. Las letanías de los
agnósticos fructificaron. Fue cuando nosotros volvimos la cabeza atrás y los
curas, amargos como la mujer de Lot, por penitencia habían barrido la
misericordia. Tan solo el eclipse que nos ciega abrió un mundo nuevo, inaudito
y afortunadamente apátrida.
Comentarios