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Mostrando entradas de septiembre, 2016

PERO MCLUHAN NO LEYÓ A PELLEGRINI.

Nunca sabremos si fue el amor o la palabra que lo nombra, pero contemplamos la travesía como un amor provisional. Tú desde el recuerdo, yo desde la esperanza. Como siempre, fui un aborigen de la pena y el hambre. Fue tu blusa, niebla sin piel, como el día corto, enojado y deseante, como la propia noche leve del asombrado moribundo gris, la que se acomodó a tus pechos y desató un requiebro, eludiendo tu sonrisa, y la libertad en precario de la estancia donde vinieron a reposar nuestras prófugas identidades. Algo sucedió, desmedido y tosco, la tarde que rozó tu verbo la serenidad del último beso, la luz que la sal refleja. Establecimos contornos, distancias, y quedamos frente a frente; las pasiones obscenas viajaron como agua a la deriva, temerosas, rebeldes, acopiando aprecios, referentes veladas, y tu adiós fue tan plano que no volvió, segó el horizonte. O puede que, de nuevo prójimo, solo fui un atavío invernal.